fran ilich on Thu, 2 Oct 2003 12:02:27 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] FW: la increible y maravillosa historia de Lee Kyung Hae



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From: "Tania Molina"
Date: Thu, 2 Oct 2003 02:46:36 -0600
To: "fran ilich" <ilich@delete.tv>
Subject: la increible y maravillosa historia de Lee Kyung Hae

ese fran, acá te envío los textos de la loquísima historia de la omc. ojalá
te gusten.
un abrazo,
tania


http://www.jornada.unam.mx/2003/sep03/030911/indexfla.php

http://www.jornada.unam.mx/2003/sep03/030911/024n1eco.php?origen=economia.ph
p&fly=1

http://www.jornada.unam.mx/2003/sep03/030911/020n2eco.php?origen=economia.ph
p&fly=1


La Jornada
México D.F. Martes 23 de septiembre de 2003
Política

Luis Hernández Navarro
El señor Lee Kyung Hae
Antes de partir rumbo a su cita con la muerte en Cancún, Lee Kyung Hae
visitó la tumba de su esposa y cortó el césped. El 9 de septiembre cargó,
junto con sus compañeros coreanos, el ataúd de la OMC por las calles de la
ciudad del "nido de las serpientes", mientras repartía su testamento
político. Un día después, en Chusok -fecha para celebrar a los difuntos-,
trepó la valla que separaba a la multitud de la reunión palaciega, arengó a
los presentes y se clavó su pequeña navaja suiza en el pecho. Portaba un
letrero que decía: "La OMC mata campesinos".
El señor Lee escogió el momento de su muerte, de la misma manera que
decidió su misión en la vida. Según su hermana mayor, Lee Kyang, "lo más
importante para él eran los campesinos, sus padres y sus tres hijas". Su
inmolación fue un acto ejemplar, la representación dramática de cómo la OMC
efectivamente mata campesinos.
Aunque los suicidios entre los pequeños productores rurales del mundo son
una plaga, a muy pocos medios de comunicación parecen preocuparles. Más de
mil campesinos se mataron en India entre 1998 y 1999. Muchos lo hicieron
bebiendo insecticida. En Inglaterra y Canadá la tasa de suicidios entre
agricultores es el doble de la del resto de la población. En Gales se quita
la vida un granjero cada semana. En el medio oeste de Estados Unidos el
suicidio es la quinta causa de muerte entre los agricultores familiares. En
China los campesinos son el grupo social con mayor nivel de suicidios. En
Australia el número de inmolaciones de productores rurales es similar al de
fallecimientos provocados por accidentes laborales. Fue necesario que el
señor Lee se quitara la vida para que este asunto comenzara a ser tratado
en la prensa comercial.
Pero su sacrificio ha sido juzgado con incomprensión y ligereza. El peso de
la tradición cristiana ha impedido ver su generosidad. Fue sólo después de
ser de la Revolución Francesa cuando el suicidio fue eliminado de la lista
de crímenes y se prohibió que el cadáver fuera arrastrado y enterrado sin
ceremonia alguna. A pesar de ello, el Código de Derecho Canónico de la
Iglesia católica de 1917-vigente hasta 1983- privó a los suicidas de
sepultura eclesiástica y honras fúnebres, pues, como afirma Tomás de Aquino
en Summa: "El tránsito de esta vida a otra más feliz no está sujeto al
libre albedrío del hombre, sino a la potestad divina, y por esta razón no
es lícito al hombre darse muerte para pasar a otra vida más dichosa".
El suicidio, en la lógica de la Iglesia católica, usurpa el derecho divino
a la vida y a la muerte. A partir del Concilio de Arbes, en el año 452,
estableció que se trataba de un verdadero crimen, y más tarde durante el
Concilio de Praga, año 562, se dispuso que quien se quitara la vida no
sería honrado con ninguna conmemoración en la misa ni se entonarían salmos
al momento de darle sepultura. El Concilio Vaticano II estableció que "es
infamante y deshonra a quien lo comete".
De la misma manera en que los ritos son anteriores a nuestra existencia
individual y poseen vida propia, diferentes a las experiencias personales
de quienes los practican, así la inmolación del señor Lee es un acto que
rebasa la simple decisión individual. Lo que el dirigente campesino coreano
hizo al quitarse la vida fue poner por delante la lucha por la
sobrevivencia de una cultura amenazada por la liberalización comercial: la
cultura del arroz.
Los coreanos son un pueblo hecho de arroz. El cereal es mucho más que una
mercancía: es una forma de vida ancestral. La palabra coreana bap sirve
para nombrar tanto al arroz cocido como a la comida. Cuando se pregunta a
un niño coreano qué ve en la Luna, responde que mira conejos triturando
arroz en un mortero. Su cultivo absorbe gran cantidad de mano de obra.
Requiere que los agricultores vivan en aldeas ubicadas en los campos de
siembra, y representa 52 por ciento de la producción agrícola.
A finales de la década de los ochenta Corea comenzó a reducir los subsidios
agrícolas y abrir sus mercados a la importación de alimentos. Las reformas
agrícolas aprobadas con la ronda de Uruguay y profundizadas por la OMC
pusieron en peligro de muerte esa cultura milenaria. Si hace 12 años tenía
una población de 6.6 millones de campesinos, en la actualidad se ha
reducido a 3.6 millones. El cereal subsidiado producido en Estados Unidos
cuesta cuatro veces menos que el cosechado en Corea. Abrir su mercado a las
exportaciones de Washington será la ruina para los agricultores de ese país
asiático.
La muerte del señor Lee es un intento por defender esa cultura. Una apuesta
final realizada después de caminar muchos otros caminos. En la década de
los setenta construyó una granja experimental modelo, de unas 20 hectáreas
de extensión. Con ella quiso demostrar cómo los campesinos podían
sobrevivir, incrementar la producción y competir, a pesar de la caída de
los precios agrícolas. Sin embargo, en 1999 perdió la propiedad en un
juicio hipotecario. En 30 ocasiones realizó huelgas de hambre, y otra vez
intentó quitarse la vida como protesta contra la ronda de Uruguay. En tres
ocasiones fue miembro de la Asamblea Provincial. Ninguna de estas
iniciativas sirvió para defender suficientemente a los campesinos de los
embates del libre comercio.
Su inmolación es, además, una acción destinada a evitar sufrimiento a los
suyos. Dejó de testamento una nota escrita a mano en la que decía: "Vale
más la pena que una persona se sacrifique por diez hombres, que sacrificar
diez personas por un hombre".
El filósofo Carl Jaspers escribió que "el suicidio atestigua la elevada
dignidad del hombre y es un signo de su libertad". La muerte del señor Lee
nos recuerda que en tiempos de crisis la esperanza proviene de aquellos
que, con su ejemplo de dignidad y como parte de un movimiento, se vuelven
figuras únicas.


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