:: óscar a. garcía :@amsterdam.nettime.org: on Thu, 30 Aug 2001 09:33:47 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] Empresarios y políticos disfrazados de editores


Hace unos días escribí algo sobre Sputnik y la actitud editorial de esa
clase de pasquines comerciales en México. Alguns personas de nettime-lat me
mandaron correos privados agradeciendo que les ayudara a tener un panorama
más claro de la situación cultural de "mejico". Así pues mando este texto
que leí hoy en Etcétera. una revista de critica a los medios.

saludos,
óscar a. garcía
www.planetax.com.mx


Empresarios y políticos disfrazados de editores

por Hugo L. del Río

Todos los profesionales hemos vivido la experiencia: el despido fulminante
por haber lastimado, casi siempre involuntariamente, los intereses del
empresario o político propietario, accionista mayoritario o patrocinador
vergonzante del medio (por comodidad los llamaremos editores, aunque no lo
sean).

Muchos reporteros sudaron sangre para ganar una nota exclusiva y fueron
premiados con la pérdida del empleo. El editor impone su código y considera
que desde el director hasta el barrendero todos deben conocer y acatar la
línea, esto es, la defensa de sus intereses. En este escenario el
surrealismo a la mexicana es un actor que se niega a volver al camerino. Se
castiga la falta, pero también es punido el periodista por la simple
sospecha de infringir la ley no escrita. Una cabeza ­o sumario o balazo­;
una foto o su pie; una caricatura; un editorial institucional o un análisis
político; la mera publicación de una nota o una carta de un lector bien o
mal intencionado, si despiertan las aprensiones ­siempre a flor de piel­ de
los dueños garantizan el pase automático del periodista al desempleo y, en
ciertas ciudades de provincia, su ingreso a la lista negra.

¿Por qué ocurren éstas injusticias? Son muchas las razones o sinrazones que
uno puede plantear.

>El lector que no existe

Quizá la raíz del problema se encuentra en algo que nos resistimos a
reconocer: al mexicano le repugna leer. Durante décadas se pensó que los
mexicanos no compraban diarios ni revistas como una manera de protestar por
partida doble: los periódicos dependían del gobierno y, como resultado de
ésta aberración, era abiertamente parcial y muy baja la calidad de los
materiales tanto en el área informativa como en los espacios de opinión.

Pero desde hace años cambiaron las cosas. Y para bien. En México se publican
ahora unos cuantos diarios y revistas que con todo el derecho del mundo se
declaran independientes tanto de la burocracia política como del sector
patronal. Por lo demás, hay que decirlo, no ha mejorado mucho la calidad de
los materiales que ofrecen los medios independientes. Como sea, algunos
hacen esfuerzos por superar ciertas fallas que hemos venido heredando de una
a otra generación.

Uno pensaría que el leeperiódicos mexicano ahora puede escoger entre varias
opciones.

Lo triste, más bien lo trágico, es que el leeperiódicos mexicano no existe.

>Dos más dos son tres

No tiene objeto entrar en detalles. Más o menos se conocen el tiro y la
circulación real de diarios y revistas. Aquí tenemos un enemigo con dos
cabezas: la venta de ejemplares es muy baja; el editor, entonces, ordena un
tiro digamos de dos o tres mil copias; este tiraje tan pobre encarece los
precios de producción. Cada ejemplar del diario tiene un costo total
superior al precio de venta. Si mandara imprimir cien mil ejemplares le
bajarían muchísimo los costos, pero no lo hará porque sabe que en el mejor
de los casos venderá dos o tres mil.

La publicidad tendría que llenar esta brecha, pero los técnicos del gobierno
y el sector privado conocen la realidad de los medios y les niegan o
escatiman los anuncios.

Si los números respondieran a la realidad diríamos que los editores
mexicanos pierden. Pero aquí Pitágoras y Descartes se vuelven locos. Los
propietarios ganan dinero. Ya no son las cosas como en el antiguo régimen,
pero aunque el sector público asegure que ya suprimió los subsidios ­y eso
habría que verlo­, de todas formas hay grupos y organizaciones que están en
condiciones de financiar las operaciones de un periódico que muy pocas
personas leen. (No resisto la tentación de reproducir el razonamiento del
dueño de un pasquín. Lo importante, dijo, es que mi periódico llega a la
casa y a la oficina del señor tesorero.)

>Políticos y empresarios; narcos y lenones

Ahora bien, ¿a quiénes les interesa financiar este tipo de publicaciones? A
mucha gente: políticos de segundo nivel para abajo, provisionalmente fuera
del presupuesto, que quieren torpedear a los que están adentro para
quitarles la chamba; políticos de la misma, digamos, categoría, que gozan
del presupuesto pero por supervivencia o ambición están en guerra con otro
grupo; pero también tenemos empresarios y políticos de primera línea con
intereses muy fuertes. Me refiero a gente que puede manejar muchos millones
de dólares, no necesariamente de los fondos públicos. Están los narcos,
desde luego: los narcoperiódicos y los narcoperiodistas existen, son reales.

Y luego, en los barrios lumpen de todas las ciudades, en círculos donde
cortarle el cuello al vecino es rutina de todos los días, tenemos ejemplos a
veces de tan lastimosos que hacen reír, como algunas de las películas de
Juan Orol, dicho sea con respeto al maestro Orol. Aquí llegamos al subsuelo.
Hablo de las publicaciones ateas (las católicas salen cuando Dios quiere;
las ateas, cuando Dios se descuida) que son patrocinadas por policías,
lenones, cantineros, etcétera.


>Prohibido informar u opinar

¿Qué tiene que ver todo esto con la contradicción entre editores y
periodistas? Mucho. Los intereses del patrocinador se convierten en los
intereses del editor. Y la lista es muy larga. Una simple nota de página
roja, por ejemplo, un pleito de borrachos en la Zona Rosa puede involucrar a
la amante o la hermana o la hija de la amante del señor que pone el dinero.
Y el reportero escribe el nombre sin saber que ha hecho algo prohibido. A
fines del sexenio pasado un amigo mío escribió en el matutino defeño donde
hacía un suplemento semanal un análisis que no le gustó a cierto
funcionario. El telefonema llegó como a las diez y media de la mañana y
antes de las once ya lo habían despedido. A otro compañero lo despidieron
hace años de un diario porque adelantó que un sector de productores
agropecuarios ya tenía autorización oficial para subir los precios.
Recientemente se dijo que a Carlos Monsiváis le cerraron las puertas de La
Jornada por una crítica que desagradó a los maximalistas de las, digamos,
izquierdas.

>Hay miles y miles de casos.

¿Por qué suceden estas cosas? En última instancia, porque nada más los
periódicos y revistas independientes viven ­y no muy bien­ de la venta de
ejemplares y la publicidad. Muchos medios impresos sobreviven sólo gracias a
los subsidios. En una publicación que no depende de un ingreso vergonzante,
el periodista no tiene miedo de lastimar intereses. Pueden correrlo si
perdió una nota, cometió un error muy grave o hizo cosas con mala fe, pero
no lo van a despedir porque escribe que perenganito se asoció con zutanito
para hacer negocios o ganar posiciones políticas.

Y, puesto que de finanzas hablamos, tenemos derecho a preguntar hasta qué
punto es confiable el material que publican medios cuyos dueños aparentes
son periodistas, aunque en la vida real los propietarios o accionistas
mayoritarios son empresarios vinculados a la política.

¿Por qué este maridaje antinatura? Porque no existe el leeperiódicos
mexicano, quien debería decidir qué publicaciones se han ganado el derecho a
la vida y qué medios deben desaparecer. A partir de la ausencia de lectores
empieza la cadena de la corrupción.

Pero todo esto, incluido el despido injustificado de periodistas, es apenas
la punta del témpano.

Hugo L. del Río es periodista. Ha trabajado en diversos medios, fue jefe
adjunto de Información Internacional de Excélsior cuando Julio Scherer lo
dirigía, subdirector de la revista Tiempo, responsable del área de opinión
editorial de El Nacional bajo la dirección de José Carreño Carlón;
actualmente colabora en Día Siete, Excélsior y Universo del Búho.



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