José Luis Brea on Fri, 1 Nov 2002 17:48:05 +0100 (CET) |
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[nettime-lat] El Arte del Futuro |
saludos, net-lat-timers, Ayer publiqué este artículo en El Cultural de El Mundo. pienso que alguno de los temas que trata pueden ser del interés de la lista. saludos, jlb. ---> "El Arte del Futuro” José Luis Brea El 23 de Marzo de 1931, La Société Anonyme de Marcel Duchamp organizó una velada en la New School for Social Research de Nueva York con el título de “The Art of the Future”, en la que intervinieron Catherine Drier, Archipenko, Thomas Wilfred y el propio Duchamp. El objetivo principal era, entonces, presentar los grandes cambios que una “extraordinaria y desconocida fuerza, la electricidad” -según se leía en el cartel de presentación- estaba introduciendo en “la concepción y las formas del arte”. Esos “grandes cambios” no han hecho sino acentuarse: la “misteriosa y desconocida” fuerza eléctrica, amplificado su potencial ahora hasta límites insospechados por la capacidad de, trasmutada en electrónica, condensar y distribuir el pensamiento, la información, han convertido su escenario en el teatro principal de los cambios de nuestro mundo. El arte del futuro es, ya, el de nuestros días. Grandes cambios flotan en los aires del horizonte, cambios que no dejan nada intacto. Los primeros y más perceptibles se han producido al nivel de los soportes, de los mismos lenguajes y la propia producción artística. Basta acercarse a cualquier exposición o evento colectivo de arte convencional, digamos “no electrónico”, para encontrarse con una pléyade de realizaciones que han sustituido el lienzo por la pantalla electrónica o la fotografía digital. Cuando Leonardo sugería que la pintura era “cosa mental” sentaba las bases para no confundirla con una tecnología artesanal vinculada al dominio de una forma de materialidad específica: el arte trabaja con ideas plasmadas en un orden de visualidad, y cualquier dispositivo capaz de efectuar su registro es para ello adecuado. Cuando en la historia de las tecnologías aparece una que por su plasticidad propia se vincula tan naturalmente al tratamiento en un registro visual de la información, del saber, de las ideas y los contenidos, no es de extrañar que rápidamente el arte haga de ello territorio de indagaciones propias. Velozmente en efecto los artistas de nuestro tiempo han hecho de todos esos soportes electrónicos un medio natural de desarrollo y presentación desplegada de ideas y experiencias. Desde la fotografía digitalizada a los soportes virtuales, pasando por el vídeo digital, la música electrónica, el CD-rom o la página web, los espacios convencionales de presentación de las prácticas artísticas (la mayoría de ellos, tal vez convendría puntualizar) han acogido con total normalidad todas esas nuevas formas de producción. Hasta tal punto que lo que a estas alturas lo que resulta “extraño” no es su presencia, sino el que su exclusión se mantenga en algunos de nuestros principales museos, requiriendo todavía de celebraciones o departamentos separados, a modo de pequeños islotes: como el festival Art Futura, quizás este año en su mejor edición, o la programación del Departamento de Audiovisuales del Reina Sofía, a modo de minúsculo guetto mantenido en el exilio interior, con la más que probable intención de mejor silenciar justo en el lugar en que debiera ser convocada- una ausencia programáticamente calculada: la de cualquier reflexión que problematice las transformaciones del arte de nuestro tiempo. Pero si los cambios que al nivel del soporte introduce esta aparición de las tecnologías electrónicas son importantes, mucho más lo son sus consecuencias en cuanto a las transformaciones de las lógicas de su distribución y recepción. La aparición de las tecnologías de comunicación induce de hecho cambios en la propia “concepción y las formas del arte” como ya sugería Duchamp. Es el propio sentido de la experiencia de lo artístico en las sociedades del conocimiento el que se encuentra en proceso de transformación profunda. En primer lugar porque la propia ontología de la obra de arte cambia: su presunta “singularidad irrepetible” se ve trastornada en profundidad al verse sometida al empuje de las tecnologías de la reproducción, las nuevas responsables de su difusión en las sociedades contemporáneas. En segundo, porque la aparición de la imagen-tiempo, frente a las características de la imagen estática, también supone una gran alteración de sus potenciales simbólicos: toda su promesa de eternidad, de duración, frente a la experiencia de efimeridad del acontecimiento, se ve en profundidad desbaratada. Sometida a un tiempo interno, expandida en una duración propia, la nueva imagen se hace testigo y conciencia de su propio “estar en transcurso”, un durar breve que es el propio del acontecimiento (y no de la tradición de la representación): su nuevo horizonte no es ya la eternidad, sino lo efímero del tiempo-real, ese “está pasando, lo estás viendo” que caracteriza el propio desafío de los media, de la vida diaria, de los flujos de la información, de la experiencia cotidiana. Pero además todas las lógicas de la lectura y la recepción se transforman igualmente. Es muy posible que las exigencias de presentación espacializada, en cuando vinculadas a una experiencia de objeto singularísimo, puedan muy pronto verse desbordadas hacia otro tipo de experiencia que podría darse en la desubicación de la información distribuida, cerca de aquella idea de ubicuidad absoluta que ya en 1917 profetizaba Paul Valery. Puede que muy pronto, en efecto, la experiencia artística como ya la de la lectura, la audición musical o el visionado cinematográfico- puedan hacerse al margen de la exigencia presencial, eximidos de la carga de ritualidad cultual que conlleva la presencia física frente al objeto único mediada por las Instituciones Museo o Mercado. Detrás de todos esos cambios y sus enormes consecuencias hay otros no menos trascendentales que sacuden las estructuras de su propia economía social. Construidas a la postre como economías de comercio basadas en la transmisión onerosa de objeto (la “mercancía absoluta” la llamaba Benjamin) esos cambios profundos en las economías del arte puede que también incluyan el desplazamiento hacia lógicas de acceso y distribución (más parecidas en efecto a las de la música o el cine que a las del artesanismo de objeto único). Ello reclama de las instituciones pasos y progresos en dirección al apoyo de su establecimiento, fortaleciendo y replanteando las problemáticas del derecho de autor y la propiedad intelectual en el nuevo marco productivo. Por parte de las nuevas prácticas, y eso está claro, cada vez se reclaman más mecanismos de apoyo a la producción y el desarrollo suplementario de dispositivos de reflexión, debate crítico y participación social, como las nuevas y más urgentes (y menos atendidas por cierto) necesidades del sector. En última instancia, se trata seguramente de repensar el papel del artista en las sociedades del conocimiento. Un papel que ya no puede ser aquél del chamán o el brujo liberados de participación en las economías del trabajo y reservado -desde la bohemia o la sacralización- a la producción simbólica. En las nuevas sociedades, en que la producción del conocimiento es crucial y central a toda generación de riqueza, el artista debe dejar de ser considerado un miembro aparte, y su actividad ser reconocida dentro de ese nuevo sector del trabajo inmaterial que cobra importancia creciente. Todo ello define ese Arte del Futuro que es, o debería ser, el de nuestros días, a falta de que tanto las instituciones culturales como las propias educativas adapten sus estructuras a esas nuevas necesidades y lógicas, que llaman a nuevas funciones no desde un futuro remoto y lejano, sino desde ese Futuro inmediato que es la exigencia moral de nuestro propio hoy. --- José Luis Brea es Profesor de Teoría del Arte Contemporáneo en la UCLM, y autor, entre otros ensayos, de La Era Postmedia [ www.laerapostmedia.net ]. ******************** José Luis Brea www.joseluisbrea.net _______________________________________________ Nettime-lat mailing list Nettime-lat@nettime.org http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat