José Luis Brea on Sun, 6 Oct 2002 18:36:02 +0200 (CEST) |
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[nettime-lat] 1. autoría y copyleft - 2. institución pública y producción de esfera independiente |
Saludos, nett-lats, Felicitaciones en primer lugar a nettime-lat por sacar adelante una discusión tan jugosa y bien llevada. En mi opinión, se han desplegado en contigüidad dos núcleos problemáticos claramente diferenciables, pero ambos extremadamente interesantes: por un lado el conflicto entre el derecho de acceso libre al conocimiento y el derecho de autor, y por otro el conflicto entre institución pública (se ha personalizado un poco el símbolo de ésta en el comisario, lo que me resulta un tanto simplificador) y ciudadano productor de ideas o conocimiento (de nuevo se ha personalizado demasiado esta función exclusivamente en el artista, de manera también en mi opinión un poquito simplificadora). La consecuencia de ambas simplificaciones es haber desplazado ese segundo núcleo problemático a un supuesto conflicto comisarios-artistas: por mi parte no creo que esa deriva sea interesante, como nunca lo es el simplificar, así que prefiero quedarme con su enunciación anterior y aportar algo, si puedo, en cuanto a ella (en cuanto a este conflicto derivado entre artistas y comisarios solo tengo que decir lo dicho: que me parece falseado por simplificación, de principio). En todo caso, es la primera cuestión la que me parece clave, y si la segunda llega a serlo lo es sólo, en mi opinión, por deriva de ella. Intentaré explicarme. El conflicto entre el derecho de libre acceso al conocimiento -del que creo que todos somos en principio partidarios- y el derecho de autor -que en una sociedad del conocimiento es clave para se reconozca a los productores de cultura, de concepto, de afectividad, simbolicidad, imaginario o intensidad pasional, el derecho a vivir de su trabajo- es un conflicto muy complejo, y que reclama una transformación profunda de estructuras que están muy asentadas en los cimientos mismos de nuestra cultura (mejor diría "civilización", bien entre comillas). La de la propiedad como vinculada a la materialidad de objetos tangibles, físicos, por un lado, y las de las figuras de la individuación y de la construcción del yo como asentadas precisamente sobre la tenencia (el derecho opera aquí como asentadora de la persona jurídica en tanto ostentadora de propiedades inventariables) de esa propiedad material discernida, son dos de esas estructuras "muy profundas" a que me refiero. En mi opinión, la aparición de una economía inmaterial, que sitúa el motor principal de la producción de riqueza precisamente en el ámbito del trabajo de producción de ideas, y por tanto en un espectro de objetos intangibles, desbarata la firmeza de tales estructuras en ambos frentes. Ni resulta sencillo ni lógico mantener estructuras de organización privativas e individualizadoras de la propiedad cuando el acceso a ésta no supone negación del acceso del otro (una propiedad inmaterial no se pierde cuando se transmite: puede poseerse cooperativamente, no hay competencia, no es disyuntiva). Tampoco, por otra parte, resultan sostenibles en medio del régimen actual de circulación velocificada de las ideas las pretensiones de autoría que persiguen establecer acotamientos privativos sobre ellas (resulta patético ver que alguien puede atribuirse propiedad intelectual sobre registros que son evidente patrimonio colectivo, aire de los tiempos, moda establecida incluso, sobre los que la aportación del reclamante nunca pasa de un coeficiente de diferencialidad exiguo, casi imperceptible). Tal y como yo lo veo, esta inadecuación de estructuras realmente existentes (la de la propiedad privada y la de la autoría como proyección de la individualidad en el universo de los objetos inmateriales) con los procesos de transformación en curso en las nuevas economías del capitalismo cultural determina conflictos estructurales, difíciles de resolver. Frente a ellos, caben en mi opinión dos posicionamientos diferenciables en cuanto a los plazos de su aplicación: el primero que reclama, a largo plazo, la transformación profunda de las estructuras (en el caso: requiriendo el advenimiento de regímenes de definición cooperativa y solidaria de la propiedad, vinculadas a experimentaciones comunitaristas de definición de la identidad, avalando un nuevo republicanismo post-estatalista). Y el segundo, necesario sin duda en el entretanto, que busca producir ajustes de supervivencia en el proceso de sustitución de unas formas de economía por otra. Para entendernos y ser muy precisos en el caso, en el proceso de sustitución de una economía de mercado, de intercambio (en la que la escena primordial, que diría un lacaniano, es la "venta de objeto", hablemos de obra de arte, libro, soporte físico de un disco o cualquier otro objeto material que encarne el hecho intelectual que se transfiere) a otra de pura difusión, de acceso, en la que esa escena principal no comporta transmisión disyuntiva (si lo tienes tú dejo de tenerlo yo) de objeto alguno, sino el mero acceso compartido a un flujo en curso sobre el que en ningún momento se ejerce corte o suspensión, sino al contrario acaso, aceleracion o enriquecimiento recíproco. El problema es el solapamiento de ambas economías, y cómo sobrevive (cómo sobrevivimos) en ese lapso quienes realizando un trabajo inmaterial de producción de conocimiento (en el sentido más amplio, es decir, abarcando toda producción que tenga que ver con la vida mental, psíquica, ya sea en el orden de la producción de concepto o de deseo, de pasionalidad, sensorialidad o razón) en unas estructuras de economía de mercado que parecen perdurar (y estar dispuestas a durar muy mucho, va en ello el intrerés de las industrias) en tiempo prestado. Parece obvio que la solución es el recurso a la asistencia del sector público; y aquí es donde en efecto y de manera necesaria la primera cuestión (el conflicto derecho de autor - derecho de acceso libre) deriva en la segunda (conflicto entre el ciudadano productor y lo público cristalizado en administración). En lo que a esta segunda cuestión se refiere, solo diré que no me gusta demasiado la solución populista de ese estatalismo postsocialdemócrata-extendido que viene reclamando un régimen asistencial de lo público que abarque en sus inversiones del dinero de todos a las producciones inmateriales, creo que hay demasiadas trampas inscribiéndose y colándose en ello (los intereses de las instituciones que realizan esa inversión van por supuesto, y siempre, por otro lado, tanto como los de los nuevos alternativos-funcionarios que surgen como nuevas figuras legitimantes de ello). No me parece que la panacea frente al déficit de mercado que irrevocablemente sentencia el nuevo régimen de la producción inmaterial tenga que verse compensado con ese recurso a la financiación pública de una capillita pseudointelectual soi dissant "antagonista". Y menos aún cuando ésta hace la jugada populista de erigirse en productor re-productor de ideología de masa (por ejemplo, cuando se hacen esas fraudulentas operaciones de captura de la cultura de club o el skateboarding para la causa del nuevo gramscianismo de pasillo: si no puedes ser un revolucionario al menos sé un buen funcionario, que decía Hausmann, creo). Pero en fin, esta cuestión es también extremadamente compleja y en ella solo me atrevo a introducir un principio de opinión, asumiendo que por supuesto existen muchas otras posiciones que pueden ser muy válidas en un tema que me parece muy difícil, y en el que desde luego no pretendo tener solución definitiva alguna ni siquiera para mí mismo y mi propia actividad -no ya como teórico ensayista o persona que de cuando en cuando reflexiona en voz alta, sino incluso como editor-productor independiente- ni mucho menos con pretensión de un valor que pueda ser generalizable; pretendo únicamente aportar un testimonio de trabajo y de compromiso contraido en primera instancia y en primer lugar conmigo mismo, y con una esperanza de coherencia interna no siempre fácil de alcanzar. Si hablamos concretamente de aleph, en cualquier caso, a lo largo del tiempo nosotros hemos optado por un cierto modelo de independencia -basado en la minoridad estructural y en la búsqueda de un equilibrio sostenible entre proyección pública y tasa efectiva de producción cognitiva de criticidad- y que asumimos habita un filo muy delgado, y desde luego problematizable bajo muchos puntos de vista. Nadie de los que hemos trabajado en ello hemos cobrado nada nunca por ese trabajo (ni los artistas que han aportado sus trabajos, ni los técnicos que han programado, ni los que hemos traducido o traducimos textos -en algunos casos sí hemos recurrido a profesionales a los que hemos pagado, pero han sido los menos, y los únicos-, ni quienes hemos escrito y publicado en ellos). Es cierto también que eso probablemente no debería ser así, y que, como muy bien apuntan en sus reflexiones David, Laura o Pedro, es legítimo e incluso casi moralmente obligado que todo trabajador reivindique su derecho a vivir de su trabajo -y esto seguramente es tan cierto que como un damocles irrevocable cifra la insostenibilidad a largo plazo de proyectos que no sepan resolver tal exigencia, o la necesidad de su replanteo tarde o temprano, como la de todos los proyectos de independencia, que a lo largo del tiempo han ido o evolucionando o cayendo uno tras otro. "Toca evolucionar", dice otro de los enunciados de La Société, y aunque su precisión sea a lo mejor más difícil de defender y clarificar que la de otros de los que forman el manifiesto, por lo que a mí se refiere no dudo de su también extrema pertinencia. Como quiera que sea, asumimos que en cierta forma el trabajo realizado en aleph, por un conjunto de personas bastante amplio y en muchos casos anónimo, tenía una cierta vocación de experimentación efectiva que considerábamos importante. Debo también decir que el tiempo en que ese esfuerzo de realización de un experimento tiene naturalmente los límites de las fuerzas de cada vida humana y su historia épica propia, y que por tanto no es judiciable populistamente esa entrega en ningún caso, ni para bien ni para mal; (desde luego me parece canalla cada vez que estos asuntos se personalizan y se pretende hacer de quien trabaja esforzadamente para poner en común ideas o trabajos un juicio moral público que coloque a unos el sambenito de héroes y a otros el de villano, aunque sólo sea por el respeto que en toda su complejidad singular cada vida particular detrás de un login debe merecernos). Como quiera que sea, asumimos que aleph ha sido un experimento realizado en un proceso de transiciones cruciales, y sólo querríamos creer que a algunos otros les haya podido servir, y no sólo como maquinaria efectiva de producción de esfera pública independiente y canalización autónoma de conocimiento, sino también, y en cierta forma, como "modelo" y ejemplo de la posibilidad de desarrollo autónomo de tales y otros proyectos, los suyos, todos esos otros que en cierta forma están desde hace tiempo tomando el relevo en la dura tarea de tirar del pelotón. Y dicho esto, y para terminar, remitiros a una modesta reflexión programática -que como todas, tal vez tenga algo de despedida, por lo menos de cierto régimen- que hoy mismo hemos subido a aleph y en la que intentamos puntualizar los que han sido algunos de sus principios de funcionamiento y reflexión, y hacer de ello un pequeño declarativo programático. Titulada "Pequeña teoría de la independencia (sobre las definiciones críticas que orientan la práctica desarrollada en aleph, Acción Paralela y arts.zin, como constelación micro de proyectos editoriales independientes)" constituyó mi contribución personal al foro sobre revistas organizado recientemente por la revista de arteleku. Podéis descargarla directamente de aleph: http://aleph-arts.org/pens/independencia.html Perdonadme la extensión de esta intervención y de esa pequeña teoría a la que en realidad no pretendía este mensaje sino servir de introducción (siempre he sido un poco vehemente de más). La cuestión, en todo caso, me parecía merecerlo, y espero que esta aportación contribuya como una más al debate abierto. Un abrazo a tod@s, jlb _______________________________________________ Nettime-lat mailing list Nettime-lat@nettime.org http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat